1460 días después, Donald Trump se quedó sin su megáfono favorito.
El 45º presidente de los Estados Unidos ¿gobernó? en la plataforma en 140 y 280 caracteres. Escaló posibles ataques nucleares, anunció guerras comerciales que terminaron afectando a la economía mundial, calificó a la pandemia del COVID-19 como algo sutil, lo usó para dividir a sus compatriotas y alimentar la sintonía de la desinformación global, retwitteando teorías conspirativas y a los medios leales a su narrativa, dando origen a una realidad alternativa basada en trolls.
futuros sigue la intersección entre tecnología, economía y cultura en Latinoamérica y el mundo. Suscríbete:
¿Por qué le suspendieron la cuenta a Trump?
Twitter sumó 2+2 — la suspension no solamente ocurre por el contenido de los mensajes del presidente estadounidense en su perfil de la red social; pesó también el contexto en el que los hizo. Esto se explica, por ejemplo, en el mensaje que envió confirmando que no asistirá al acto de inauguración de Joe Biden el próximo 20 de enero. Este mensaje (de acuerdo a Twitter) podría generar episodios de violencia similares a los del miércoles 6, ya que se puede desprender que el acto ya no será seguro debido a la ausencia del mandatario en el frontis del Capitolio. Los hechos de esta semana en ese mismo lugar, coordinados a través de la plataforma y otras redes sociales, finalmente fueron los que inclinaron la balanza hacia el cierre.
¿Qué va a pasar con los mensajes de Trump?
Los mensajes de la cuenta real de Trump viven para la posteridad en este sitio web. Hay un resquicio que podría usar para seguir usando la plataforma: la cuenta @POTUS, que es la oficial del presidente en ejercicio y que está controlada por la Casa Blanca; de cualquier manera, una vez bloqueado de la cuenta, logró hacerse de ella por — solamente - unos cuantos mensajes antes que estos fueran eliminados directamente por Twitter.
Puedes apoyar la cobertura de tecnología independiente invitándome un completo:
¿Y Facebook, qué hizo?
«El riesgo de dejar al presidente seguir utilizando nuestro servicio durante este período es simplemente muy alto», escribió Mark Zuckerberg ayer, anunciando que Trump está bloqueado «indefinidamente, al menos por las próximas dos semanas». Es la decisión más clara que la red social ha tomado en su contra, después de 4 años de inconsistencias en torno a cómo manejar sus acciones digitales ya sea estando directamente al mando de los Estados Unidos, o durante sus campañas electorales de 2016 y 2020.
¿Cómo nos afecta esto en Latinoamérica?
Es difícil que Twitter o Facebook tomen acciones así con actores públicos latinos.
Los únicos casos de alto perfil, al nivel de Trump, se dieron gracias al Coronavirus: por un lado, a fines de marzo de 2020, Twitter borró un tuit de Nicolás Maduro donde compartía investigaciones de un científico venezolano que recomendaba beber “remedios caseros” con extractos de plantas y ondas electromagnéticas para combatir la enfermedad.
A los cuatro días, fue el turno de Jair Bolsonaro en Brasil: la red social borró dos tweets con contenido negacionista del COVID-19, donde aparecía citando los supuestos efectos beneficiosos de la Hidroxicloroquina y llamando a romper las cuarentenas y el distanciamiento social. Los videos, tras la presión mediática, salieron de YouTube, Facebook e Instagram sólo 24 horas después.
Ambos casos, sumados a otros hechos, dejan al descubierto que la moderación de redes sociales en Latinoamérica está en un pésimo estado a la hora de combatir la desinformación por parte de agentes privados y estatales, la pornografía no consentida y contenidos de incitación al odio en sus plataformas, donde acciones como las que tomaron Twitter y Facebook ayer cuestan mucho que ocurran.
La última demostración de lo anterior es la nota publicada esta semana en Rest of World, que narra cómo solamente tras ser contactada la oficina de prensa de Facebook fueron eliminados de la red social los grupos antivacunas Médicos por la Verdad y Epidemiólogos Argentinos Metadisciplinarios, los que difundieron desinformación sobre el COVID-19 en Argentina, Uruguay, Perú, Chile, Paraguay, México, Colombia, Costa Rica y Puerto Rico por meses.
Ya en septiembre de 2020, en Chequeado tenían detectados a los grupos que alcanzaban con sus contenidos en conjunto a más de 25 mil cuentas entre Facebook e Instagram.
Mientras tanto, en su conferencia matutina del viernes 8 de enero, el presidente mexicano Andrés Manuel López-Obrador declaró que «el dueño de Face» (sic) había tenido «(…) mucha prepotencia (…) hablando de sus normas» al suspender a Trump.
«Sigo sosteniendo que son benditas redes sociales… pero estos últimos acontecimientos deben de preocuparnos y de ocuparnos. Esto que hicieron hace unos días en Estados Unidos es una mala señal (…) [Zuckerberg] Es un mal empresario. Censurar, silenciar, eso va en contra de la libertad», dijo.
Lo que queda
El presidente de los Estados Unidos es una de las personas más poderosas DEL MUNDO. Medios de comunicación en todo el planeta van a cubrir cualquier cosa que haga o diga, cuándo, dónde o cómo sea.
El punto es que muy por el contrario de lo que diga AMLO o el hijo menor de Trump, la decisión de dejarlo fuera de las plataformas no es tomada por un tribunal de censura o la nueva inquisición: hasta donde sabemos, Trump es libre de — ponte tu - tomar su teléfono y llamar a Fox News o a OANN, y decir al aire en sus cadenas de TV favoritas lo que quiera: tribuna garantizada y micrófono abierto. Nadie lo limita.
Twitter le permitió a Trump convertirse en el hombre más poderoso del planeta. Y la decisión de Jack Dorsey desde la Polinesia es un mensaje claro: ya no puede decir lo que se le cante en su plataforma, una empresa privada (y no un servicio público al cual puede exigírsele el libre acceso, como lloran sus seguidores más acérrimos) que lo llevó a amasar un poder que explotó cuidadosamente gracias a la amplificación algorítmica de sus mensajes y la narrativa de los medios, los que han estado al centro del posicionamiento de Twitter en los últimos cinco años.
¿Qué va a pasar el 21 de enero? Sólo Trump sabe de su legado el día después de dejar la oficina oval. Además de sus adictos, ¿seguirá la industria la melodía de este Flautista de Hamelin tóxico para seguir llenando sus sitios web y horas de TV con él, alimentando el rating y la atención con la que tanto le gusta medirse al futuro ex presidente? Veremos.
¿Quieres comentar esta edición y mucho más? El lugar es este: nuestro grupo en Telegram.
Si necesitas más contexto…
Hay una línea demasiado delgada entre el rol de las big tech, los medios, la política y la sociedad norteamericana. Te dejo algunas lecturas para el fin de semana que te van a permitir entender qué los llevó a esto:
Un perfil de Dlive, la plataforma que usaron los fanáticos de Trump para transmitir desde el asalto al Capitolio, y que les permitió ganar dinero mientras lo hacían.
Parler, la competencia de Twitter orientada a la extrema derecha estadounidense, se está quedando sin plataformas: salió de Google Play y Apple le dio un ultimátum so pena de sacarla de la App Store.
La pelea por preservar el archivo digital de lo ocurrido el 6 de enero antes que las redes sociales lo borren.
Tres periodistas del NYT cuentan cómo fue vivir el asalto al congreso por dentro. Acá otro relato en primera persona de una periodista del LA Times.
Hasta la próxima,
— ji